miércoles, 26 de febrero de 2014

La Inversión en Gran Nivel

Debido a que es un componente importante del producto bruto interno (los otros son el consumo y el saldo entre exportaciones e importaciones de bienes y servicios no financieros), es fundamental que la inversión alcance el mayor nivel posible. Cuanto más invierte un país, mejor es su infraestructura, más amplia su capacidad productiva y mayor su potencial de crecimiento. Es decir, puede crecer a tasas elevadas sin recalentarse ni generar inflación.

Inversión privada 2013: nuevo terminal de contenedores de Paita. (Foto: TPE)

Felizmente, nuestro país viene dando pasos positivos en tal aspecto. Así lo demuestran los siguientes datos, publicados por el Banco Central de Reserva (BCR), que nos dicen que en el año 2013 la Inversión Total (Inversión Bruta Interna) efectuada en nuestro país llegó nada menos que al 27.6% del PBI. De dicho total, el 21.8% correspondió a inversión privada, y el 5.8% restante a inversión pública.

Inversión pública 2013: tramo Grau-SJL del viaducto del Metro de Lima (Foto: AATE)

Como acabamos de ver, la inversión privada es, de lejos, la más importante, debido a que está constituida por los recursos de millones de personas (para poner un restaurante, abrir una peluquería, construir una casa, etc) y miles de empresas (para construir un puerto, una petroquímica, una nueva mina, etc). La inversión pública (efectuada por el gobierno central y los gobiernos regionales y locales), si bien es importante, juega un rol más bien complementario. Ambas se derivan de los ahorros obtenidos en períodos previos (por ejemplo, de utilidades reinvertidas en el caso de las empresas y del superavit fiscal en el caso del Estado).

En períodos o ambientes de incertidumbre, que afectan la confianza, la inversión privada tiende a retraerse, momento en el cual la inversión pública puede ayudar a atenuar el problema, en lo que se denomina política contracíclica. Pero para ello es necesario que existan recursos derivados de cuentas fiscales previas superavitarias, como las que el Perú ha obtenido en los últimos años y que le han permitido capear diversos temporales. En cambio, cuando existen perspectivas favorables y reglas de juego claras, la inversión privada suele crecer de manera importante, constituyéndose en uno de los motores de la economía.

Comparando en el gráfico adjunto el último dato de inversión con los de años anteriores, se puede apreciar el importante ascenso que viene registrando, al haber crecido desde 18.4% del PBI en el año 2003 a 27.6% (record absoluto) en el 2013. De la mano de los crecientes ingresos captados gracias al acelerado crecimiento de las empresas y la economía, y también en virtud del adecuado manejo de las finanzas públicas, la inversión pública ha pasado de 2.8% a 5.8% del PBI. La inversión privada, por su parte, incentivada por la estabilidad económica y jurídica, y el enorme potencial del país y sus proyectos, ha pasado del 15.6% al 21.8% del PBI. Muestra de ello es que uno de sus componentes, la inversión extranjera directa (IED), viene arribando masivamente, para involucrarse en grandes proyectos.

Se trata, como acabamos de constatar, de una muy positiva evolución, que nos ha convertido en uno de los países latinoamericanos con mejor ratio Inversión/PBI, pero que aún está muy lejos, por ejemplo, del de China, superior a 50%, y que le ha permitido crecer a una tasa anual promedio de más de 10% a lo largo de varias décadas. Ojalá continúe esta marcha ascendente, no para igualar al gigante asiático (pues tampoco se puede pretender que el consumo pierda excesivo protagonismo), sino para incrementar lo suficiente el potencial de crecimiento de nuestra economía y no tener que conformarnos con tasas de 5 ó 6%, sino llegar sin problemas a otras de 7, 8 ó 9%, mucho más acordes con lo que necesitamos para dejar atrás nuestras carencias y acercarnos al desarrollo.

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