sábado, 31 de mayo de 2014

Creciendo en Altura y también en Lucimiento

Los edificios de Lima no sólo crecen y se multiplican (basta observar la impresionante cantidad de grúas-torre ayudando a construirlos y la rapidez con la que se bate records de altura). En su legítimo afán de diferenciarse, lucirse y reflejar una identidad corporativa, las torres capitalinas también adoptan interesantes formas arquitectónicas e incorporan tecnologías avanzadas.



Prueba de esto último la ofrece la torre de San Isidro del Banco de Crédito, que ha sido remodelada, incorporando un interesantísimo sistema de luces interactivas, que puede ser operado por cualquier transeúnte desde un tablero situado a la entrada del edificio. Lo que éste hace allí se refleja a todo lo largo y ancho de la fachada, dando como resultado un espectáculo realmente atractivo y novedoso. Según se ha informado, el Perú es uno de los primeros países que ha puesto en práctica tan vistosa tecnología.

Ésa es sólo una muestra de lo que viene ocurriendo en el dinámico sector inmobiliario, donde, por lo demás, el asunto no se limita a lo estético y visual. También trasciende a lo estructural, constructivo y funcional, pues un número cada vez mayor de edificios viene siendo construido con métodos más rápidos, sistemas disipadores del movimiento en casos de sismos, elementos de eficiencia (en los denominados edificios inteligentes), tecnologías amigables con la ecología, etc. Los helipuertos en las cimas de las sedes corporativas, antes casi inexistentes, comienzan a proliferar, como ocurrirá en la futura sede del Banco de la Nación y en las Torres Interseguro, dos moles que (al igual que la Torre Rímac) muy pronto superarán en altura al Westin y al Begonias.

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