viernes, 22 de enero de 2016

Acerca del Colapso Económico de Venezuela

Hace una semana, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, acudió al congreso de su país para informar, por mandato constitucional, acerca del estado de éste, tanto en la economía como en otros ámbitos.



Como era de esperar, en su intervención culpó de la terrible crisis a "la guerra económica promovida por los enemigos de la revolución, internos y externos". Ellos, son, según su curiosa forma de ver las cosas, los responsables de que el país tenga la inflación más alta del mundo y de que la actividad económica esté cayendo en picada.

Felizmente, ya existe allí una oposición que ganó las recientes elecciones y que, por ende, posee capacidad de respuesta frente a disparates de esa envergadura. Y a esa capacidad apeló, en una brillante intervención, el flamante titular del congreso, Henry Ramos Allup, diciéndole al presidente cuáles son las reales causas del desastre y aconsejándole acerca del rumbo que se debería tomar para comenzar a salir de éste. Eso se constata en el primero de los videos aquí presentados, en el cual lo referido al aspecto propiamente económico se puede observar a partir del minuto 14:12.

Lamentablemente, Maduro no parece tener voluntad de enmienda, sino de perseverar en el error, y por eso presentó una propuesta de decreto de emergencia económica que, a decir del congreso, es "más de lo mismo", sin planteamientos ni medidas que insinúen un real cambio en relación a la política actual, y que además abren la posibilidad a nuevas expropiaciones, a nuevas medidas que ahuyentarían aún más la inversión privada y hasta a eventuales restricciones sobre los ahorros del público.


Hugo Chávez, el gran responsable del desastre venezolano.

La oposición en el congreso más bien plantea cosas tan sensatas como las que viene poniendo en marcha el presidente Macri en Argentina: reducir y eliminar los controles de precios y subsidios, unificar todos los tipos de cambio, etc. Es decir, comenzar a liberalizar la economía, tal como se ha hecho exitosamente en múltiples países.

Por si fuera poco, el gobierno pretendía que el legislativo aprobara a ciegas el referido plan, sin siquiera haberle proporcionado cifras acerca del estado real de la economía que permitiera a éste analizar la situación y evaluar si correspondía o no la aprobación. La exigencia del gobierno era que las cifras se discutieran en sesión privada, como si los datos económicos, que en cualquier país del mundo están a la vista de cualquier persona, constituyeran secreto de estado.

Lógicamente, tal pretensión (que de por sí ya indica lo desastrosos que deben ser los números reales) fue rechazada, por lo que la economía venezolana, sin solución a la vista, seguramente se seguirá deteriorando. El ritmo de inflación de los últimos meses ya equivale a una tasa anualizada cercana al 200%, en tanto que la actividad productiva, que según la más reciente estimación del Fondo Monetario Internacional cayó 10% en el 2015, lo volvería a hacer, a un ritmo de 8%, en el presente año. Ni qué decir del desplome de la moneda, del desabastecimiento, las colas y otros problemas, que con el insensato empecinamiento del gobierno y con la dramática caída de los precios del petróleo sin duda continuarán.

Los peruanos vivimos una historia como ésta en las décadas de los 70 y 80. Afortunadamente, a partir de los años 90 enmendamos el rumbo y optamos por una vía totalmente diferente, que nos produjo excelentes resultados. Ojalá los venezolanos, reflexionando a conciencia acerca de lo ocurrido y de lo que se debería hacer, también puedan encontrar el camino de la buena economía.

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